Origen y formación del relieve peninsular
El relieve de España es el resultado de una larga evolución, iniciada hace millones de años.
Destacan dos tipos de relieves: cordilleras debidas a los plegamientos alpinos (Era Terciaria) y macizos activos, originados durante el plegamiento herciniano.
1.) Estructura Geológica Ibérica.
Antes de la Era Primaria existía un viejo macizo precámbrico que constituía la base sobre la que se asientan los terrenos primarios.
Este macizo en el Paleozoico (Era Primaria) sufrió diversas acciones. Una fuerte erosión lo arrasó y a continuación fue cubierto por los mares Paleozoicos.
A finales del Paleozoico, en el Carbonífero, hace 350 millones de años, se produjo la orogenea herciniana que transformó la Peninsula Ibérica. Surgió la Cordillera herciniana española. El resultado fue el resultado del Macizo Ibérico o hespérico. Unido al plegamiento se produjo un fuerte magmatismo (masa rocosa en estado de fisión que fluye a la superficie terrestre desde el interior de la Tierra) que fue el causante de la erupción de importantes capas de rocas cristalinas.
Después del arrasamiento de las cordilleras hercinianas, en el Mesozoico (Era Secundaria) comienza un periodo de tranquilidad orogénica. La parte oriental del macizo herciniano quedó hundido bajo el mar. Este proceso de sedimentación tuvo unos efectos diferentes según el área en la que fueron depositados.
Durante la Era Terciaria se produce la fase orogénica más potente (el plegamiento alpino), que ha dejado sobre la Península una mayor impronta, especialmente por ser la más reciente; debido al choque de la placa Africana y Euroasiática los materiales depositados en los fondos de un geosinclinal.
La consecuencia para la disposición del relieve peninsular y las Islas Baleares ha sido fundamental. Alrededor de la Meseta se elevaron nuevas cordilleras, el Sistema Íbérico, la Cordillera Cantábrica y Sierra Morena, los bordes montañosos de la Meseta; en el centro, el rígido bloque de la Meseta se fracturó dando lugar a dos sistemas montañosos: el Sistema Central y los Montes de Toledo; dos grandes cordilleras se formaron en el lugar donde se habían depositado durante el secundario grandes capas de sedimentos: la Cordillera Bética y los Pirineos.
Después de la orogenia alpina, durante el Cuaternario, se produjeron las variaciones de la línea costera. También fue decisivo el proceso de sedimentación originado por lo nuevos cursos fluviales. Los periodos glaciales influyeeron también en el modelado del relieve de algunas zonas, especialmente los Pirineos, las Béticas, la Cordillera Cantábrica y, en menor medida, en el Sistema Ibérico y Central. Las variaciones del caudal de los ríos durante las glaciaciones también hizo variar el nivel de los mares.
Destacan dos tipos de relieves: cordilleras debidas a los plegamientos alpinos (Era Terciaria) y macizos activos, originados durante el plegamiento herciniano.
1.) Estructura Geológica Ibérica.
Antes de la Era Primaria existía un viejo macizo precámbrico que constituía la base sobre la que se asientan los terrenos primarios.
Este macizo en el Paleozoico (Era Primaria) sufrió diversas acciones. Una fuerte erosión lo arrasó y a continuación fue cubierto por los mares Paleozoicos.
A finales del Paleozoico, en el Carbonífero, hace 350 millones de años, se produjo la orogenea herciniana que transformó la Peninsula Ibérica. Surgió la Cordillera herciniana española. El resultado fue el resultado del Macizo Ibérico o hespérico. Unido al plegamiento se produjo un fuerte magmatismo (masa rocosa en estado de fisión que fluye a la superficie terrestre desde el interior de la Tierra) que fue el causante de la erupción de importantes capas de rocas cristalinas.
Después del arrasamiento de las cordilleras hercinianas, en el Mesozoico (Era Secundaria) comienza un periodo de tranquilidad orogénica. La parte oriental del macizo herciniano quedó hundido bajo el mar. Este proceso de sedimentación tuvo unos efectos diferentes según el área en la que fueron depositados.
Durante la Era Terciaria se produce la fase orogénica más potente (el plegamiento alpino), que ha dejado sobre la Península una mayor impronta, especialmente por ser la más reciente; debido al choque de la placa Africana y Euroasiática los materiales depositados en los fondos de un geosinclinal.
La consecuencia para la disposición del relieve peninsular y las Islas Baleares ha sido fundamental. Alrededor de la Meseta se elevaron nuevas cordilleras, el Sistema Íbérico, la Cordillera Cantábrica y Sierra Morena, los bordes montañosos de la Meseta; en el centro, el rígido bloque de la Meseta se fracturó dando lugar a dos sistemas montañosos: el Sistema Central y los Montes de Toledo; dos grandes cordilleras se formaron en el lugar donde se habían depositado durante el secundario grandes capas de sedimentos: la Cordillera Bética y los Pirineos.
Después de la orogenia alpina, durante el Cuaternario, se produjeron las variaciones de la línea costera. También fue decisivo el proceso de sedimentación originado por lo nuevos cursos fluviales. Los periodos glaciales influyeeron también en el modelado del relieve de algunas zonas, especialmente los Pirineos, las Béticas, la Cordillera Cantábrica y, en menor medida, en el Sistema Ibérico y Central. Las variaciones del caudal de los ríos durante las glaciaciones también hizo variar el nivel de los mares.